Pocas veces el efecto Trump en Europa se había visualizado de manera tan gráfica como este jueves en París. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya había aterrizado para su visita con ocasión de la fiesta nacional francesa, cuando el presidente Emmanuel Macron y la canciller Angela Merkel exhibieron su voluntad de reforzar la cooperación entre Francia y Alemania. En ámbitos como la defensa y la economía, Macron y Merkel anunciaron nuevos pasos que pueden relanzar el proyecto europeo como contrapeso a los Estados Unidos aislacionistas de Trump. Una de las decisiones estrella del consejo de ministros y del consejo de seguridad y de defensa franco-alemán fue la creación de un avión de combate europeo bajo la dirección de Francia y Alemania. A mediados de 2018 ambos países presentarán un calendario, explicó la canciller Merkel en una rueda de prensa junto a Macron.
"No es la generación actual [de aviones de combate], controlada por varias empresas, algunas europeas, otras nacionales",
dijo Macron. Hoy, explicó el presidente, los proyectos —al estilo de
Eurofighter o Rafale— son caros y compiten entre ellos para exportarlos
fuera de Europa.
"Hay que simplificar las cosas para ser más eficaces",
añadió. El avión pondría en común la investigación y el desarrollo,
podrían usarlo ambos ejércitos y permitiría coordinarse para
exportarlos. "Es una revolución profunda, pero no nos dan miedo las revoluciones".
Los proyectos militar-industriales de Francia y Alemania incluyen el
desarrollo de un avión pilotado a distancia o dron europeo. También un
nuevo tipo de helicóptero Tigre, un programa común de misiles tácticos
aire-tierra, el intercambio de oficiales en los cibercomandos
respectivos y la puesta en común de capacidades de vigilancia para el
espacio. El esfuerzo se enmarca en la voluntad de avanzar en la llamada
Europa de la defensa.
Aparcada
durante décadas, la llegada de Trump al poder en Estados Unidos, la
salida de Reino Unido de la UE y la victoria de Macron en Francia le han
insuflado un nuevo impulso.
Siguiendo las conclusiones del último Consejo Europeo, en junio, Macron y
Merkel se reafirmaron en la necesidad de poner en marcha la llamada
cooperación estructurada permanente. Se trata de un marco previsto en el
tratado europeo que, mediante compromisos sobre gastos, capacidades y
misiones, facilita una mayor cooperación en materia de defensa. La
iniciativa, dijo Macron en una entrevista con el diario Ouest-France y
varios medios alemanes, está abierta a socios como España e Italia,
entre los estados que quieran participar.
El otro aspecto de la alianza franco-alemana es el económico. Macron
ganó en mayo las elecciones presidenciales con la promesa de refundar la
Unión Europea. Esta promesa contempla la creación de un presupuesto
común de la zona euro, gestionado por un ministro de Finanzas europeo.
Antes, y siempre según los planes de Macron, Francia debe demostrar a
Alemania su capacidad de reformarse.
Sólo
así logrará persuadir a Merkel y a los alemanes de las bondades de un
proyecto que implica una posible cesión de soberanía económica por parte
de la disciplinada Alemania a otros socios menos disciplinados,
comenzando por Francia.
En el Elíseo, Merkel dio señales de estar dispuesta a debatirlo. "No tengo nada en contra de un presupuesto común", dijo. "Un ministro de Finanzas europeo, ¿por qué no? Hablémoslo".
No lejos de allí, Donald Trump esperaba al inicio de su visita oficial.
El acuerdo no es absoluto entre Macron y Merkel, y los recelos
persisten. Macron, por ejemplo, cree que Alemania se ha aprovechado de
las debilidades de otros países europeos para ser más competitiva, y
reclama más inversiones. Y, pese a las buenas palabras, Merkel, que se
presenta a la reelección en septiembre, evita comprometerse en los
ambiciosos planes del presidente francés.
Pero el cierre de filas del Consejo de Ministros conjunto —un ritual que
se repite una o dos veces al año— contrasta con la imprevisibilidad de
cualquier encuentro con el presidente de Estados Unidos. Francia y
Alemania coinciden: Trump obliga a Europa a asumir más
responsabilidades. "Debemos tomar el destino en nuestras manos", dijo Merkel. Y Macron asintió. (Jesús.R.G.)
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